En política, como C.J.

C.J, personaje de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’

En noviembre de 2021 inicié una etapa al lado de un nuevo cliente que a priori me daba miedo. Pero algo me decía que debía probar y, seis meses después, esta experiencia laboral se ha convertido en una gran aventura. La asesoría en comunicación política está bastante bien retratada en las series de televisión. ¿Recordáis a esas personas un poco locas que van de un sitio a otro moviendo la información en torno al presidente (‘El ala oeste de la Casa Blanca), la primera ministra (’Borgen’) o la vicepresidenta (‘Veep’)? Eso no es más que la caricatura más evidente de una persona que se ocupa de la relación con los medios, porque la realidad es mucho más compleja: horas de lectura, mucha planificación, búsqueda de soluciones, negociación y mucha, mucha psicología.

En una calçotada, al contarlo a las amigas, una me preguntaba: “¿Hay que compartir las ideas del partido al que asesoras para poder hacerlo?” Y aunque lo que voy a decir contradice lo que te enseñarían en una universidad o en un manual de comunicación política, yo lo tengo claro: sí. Y es un sí porque no ayudas a vender productos sino que formas parte de un proyecto que puede mejorar la vida de las personas. En política municipal, lo ves a diario. Son pequeñas o grandes decisiones que nacen en la calle pero que alguien honesto debe llevar a un pleno municipal o a un programa electoral. Y las ideas, el lugar en el que te ubiques para defenderlas, es importante.

Otro de los aspectos que me gustan de este trabajo es poder contribuir a través de la comunicación a relajar la crispación y polarización del debate. Y poder estar tan cerca de la gente y lo que necesita o sueña para su ciudad.

Por eso, aquello que en noviembre comenzó con una sensación de miedo se ha ido convirtiendo en un deseo de aprender cada día con la buena gente con la que trabajo. Y sí, se dedican a la política. Y no, no todas son iguales.